Cómo animar a acercarse y aprender sobre internet a las personas mayores
Somos conscientes que a las personas de cierta edad, la tecnología, las
novedades y los cambios, le generan incertidumbres, porque alteran sus
hábitos y estructuras mentales.
"Me da reparo tocar las cosas (se refiere a las funciones de
televisión, vídeo, etc.) porque me da miedo. Mis nietos cuando vienen
me dicen para que sirven las cosas pero yo les digo que se estén
quietos, por miedo a que las rompan" (María, 71 años).
Cuando nos planteamos trabajar en un tema como el del título de
este artículo, surgen una serie de interrogantes: ¿la persona de más
edad será capaz de decidirse a aprender e introducirse en el mundo de
Internet? ¿El deterioro físico, psíquico y social de los años no
provocará un fracaso de cualquier intento de introducción en estos
campos?. Partimos de que la pedagogía afirma que el individuo es
educable cualquiera que sea su edad, aunque la primera barrera que
generalmente hay que vencer en este proceso está en nuestro interior y
corresponde a esa desconfianza, actitud o creencia errónea de que
adquirir nuevos conocimientos corresponde sólo a una etapa de nuestra
vida y no de que siempre hemos de estar dispuestos a más. Este
principio general quizás sea sólo aplicable a determinadas personas,
pero sabemos que las hay también de edades avanzadas dispuestas para
aprender Internet si ello les sirve para mejorar su calidad de vida.
"No hay más remedio, si no quieres quedarte atrás hay que aplicar el
muriendo y
aprendiendo" (Ramón, profesor de prácticas de FP, 66 años). En
general las personas que no están por la labor de incorporar la
informática a sus vidas se caracterizan por:
?Reconocer que no les interesan, que nada esperan que aporte el ordenador a sus rutinas diarias.
?Ser individuos que jamás han trabajado durante su extensa vida
laboral con el ordenador; para ellos ver a un nieto o familiar
enfrascado en divertidos juegos no ha supuesto nunca un estímulo para
preguntarse qué tiene esa actividad para despertar tanto
interés.
?Miedo a meter la pata, piensan que en cualquier momento pueden
tocar una tecla inadecuada y perder toda la información o incluso
borrar el contenido del disco duro.
?Ser personas que por haber nacido en otros tiempos, no creen en
el método del ensayo y el error como manera de aprender, es más,
desconfían tremendamente de ese modo de interaccionar con la máquina.
?No tener claras las tareas concretas que se podrían realizar con
el ordenador y las facilidades que este instrumento aportaría a su vida
personal.
Creemos que cualquier tarea de aprendizaje ha de tener una
significatividad lógica y psicológica para el sujeto que aprende. Lo
consideramos básico para que el material nuevo se incorpore a la
memoria del sujeto, ampliándola y modificándola y se establezcan
relaciones entre los recientes conocimientos y el conocimiento previo.
Es decir, que en los diferentes niveles del aprendizaje pero sobre todo
con las personas que peinan canas, no podremos proponer actividades
sobre Internet, si antes las mismas no adquieren un alto valor para que
haga que merezca la pena el esfuerzo al que nos vamos a someter.
Ejemplo, aprendo a manejar el correo electrónico si tengo nietos en
América con los que poder contactar fácilmente por este medio.
"Ahora le escribo a mi hija siete u ocho correos electrónicos al
día, como es tan barato, lo mismo que una llamada local, aunque sé que
ella me contestará cuando pueda pasar por la biblioteca" ( Andrés,
jubilado, 58 años.)
Con algunas peculiaridades como las que presentamos a continuación
muchas personas mayores están dispuestas para aprender Internet si:
?Descubren necesidades que se pueden llegar a satisfacer mediante el uso de la Red.
?Los esfuerzos de aprendizaje se dirigen hacia situaciones reales
que sirvan para resolver problemas y mejorar su forma de trabajar,
leer, entretenerse, comunicarse, informarse y ver la vida.
?La metodología a emplear parte del análisis de la propia experiencia.
?El monitor que lo enseña tiene en cuenta que las diferencias
individuales son considerables a una determinada edad y que cada
individuo tiene un estilo de aprendizaje, unos hábitos, una
disponibilidad y exigencia diferentes.
En otros trabajos anteriores (Pavón, 1998), hemos defendido que la
educación, a cualquier edad, busca sobre todo potenciar a la persona,
organizar su escala de valores y facilitar su adaptación cultural y
social. En este proceso se desarrollan predisposiciones positivas hacia
uno mismo y hacia los demás. Se favorecen actitudes relacionadas con
los distintos aspectos del mundo externo de la persona (otros
individuos, fuentes de conocimientos, etc...) y en la vertiente interna
le llevan a una mejor aceptación de sí mismo. En el presente seguimos
defendiéndndolo.